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Biografía

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Una infancia tumultuosa…

Joseph Gaston-Lagorre, oriundo de Ariège, y Marie Redonnet, originaria de Alta Garona, se casaron en Nueva York en 1911 y emigraron a los Estados Unidos, al igual que muchos ariégeois de los valles de Seix, Aulus y Ercé, con la esperanza de encontrar en ese lugar, lo que parecía ser un nuevo Eldorado, mejores condiciones de vida que en Ariège, donde la miseria prevalecía.

René nace en Nueva York en 1913.

Joseph, que trabajaba como cocinero en el Hotel Claridge de Broadway, es movilizado pronto para la Gran Guerra, y la familia regresa a Francia, al corazón de Ariège, al pueblo de Seix, donde René asistirá a la escuela.

Él cuenta que a veces, mientras cuidaba las ovejas como lo hacían entonces los niños del pueblo, ya dibujaba en trozos de pizarra robados aquí y allá de los techos de las ferias en los pastos de montaña.

Su maestro, Jules Palmade, también dotado de fibra artística, detecta rápidamente en René un verdadero talento y lo anima a seguir por ese camino, incluso prometiendo reembolsar la ayuda financiera obtenida si no tuviera éxito.

Durante sus estudios en París, René conoce a Denise Romanini-Aragon, una hermosa joven que se convertirá en escultora y pintora talentosa (Arte lorenés). Ambos son estudiantes del mismo maestro en la Escuela de Bellas Artes, Victor PROUVÉ, quien los aprecia por igual. En esa época, Romanini-Aragon visitaba con frecuencia Seix (Ariège) para encontrarse con René y realizar varios retratos, incluido el de su amigo Louis Lauga, hijo de un notario, y el de Marie, la madre de René.

Adolescencia y vida artística en Toulouse y luego en París

El joven pintor ingresa a la Escuela de Bellas Artes de Toulouse. Los comienzos son difíciles, como confesará más tarde a su amigo Louis Carsalade: “Me las arreglaba como podía. A veces era pintor de edificios, a veces vendedor de periódicos frente a la estación Matabiau, o incluso escaparatista con pequeñas decoraciones pintadas para las tiendas”…

En esa época tiene la oportunidad de descubrir el Museo Ingres de Montauban, el Museo Goya de Castres y el Museo Toulouse-Lautrec de Albi.

El estudiante se destaca rápidamente. En 1932, recibe el primer premio en expresión con la representación de un busto masculino.

En 1933, obtiene el premio Maury en el concurso de emulación de la pintura con un tema bíblico y hugoliano al mismo tiempo, La Fuga de Caín. En 1934, realiza un cuadro, El Descanso de los Pastores, que le permite ganar el Pequeño Premio Municipal de Pintura de la ciudad de Toulouse. En 1935, obtiene el Gran Premio Municipal con una pintura titulada La Bañista y gracias a la beca obtenida como recompensa por su trabajo, puede ingresar a la Escuela Nacional de Bellas Artes de París.

Durante el verano de ese mismo año, el pintor viajará a España y descubrirá los tesoros del Prado de Madrid.

Fuertemente impresionado por las pinturas de Goya, del Greco y Velázquez, no lo será menos cuando descubra el techo pintado por Tiepolo en el Palacio Real.

El joven pintor decide luego ir a la pequeña ciudad de Toledo, cercana. La situación y la arquitectura de la ciudad escalonada sobre la colina que domina el Tajo lo maravillan.

Fascinado por la obra maestra del Greco escondida en una pequeña iglesia en el corazón de la ciudad, El Entierro del Conde de Orgaz, el pintor regresará a menudo a Toledo, esta ciudad se

convertirá incluso en una de las inspiraciones principales de su futura pintura, y al igual que con las pinturas de Montségur, se verá un cambio de lo figurativo a lo abstracto en sus representaciones de Toledo.

El Entierro del señor de Orgaz fue pintado por El Greco entre 1586 y 1588. En su entierro, se dice que aparecieron San Agustín y San Esteban para enterrar el cuerpo. Alrededor del cuerpo y de la aparición a la izquierda se encuentra San Francisco de Asís, a la derecha un sacerdote. En el fondo, se encuentran los retratos de los diferentes patrocinadores de la obra. En primer plano, un niño señala la escena con el dedo, es Jorge Manuel Theotocopouli, el hijo del Greco originario de Creta. En la parte superior del lienzo, Juan el Bautista visto de espaldas intercede ante la Virgen María y Jesús para que el alma del difunto se una al reino de los cielos. En la parte superior izquierda, acostado sobre una nube, San Pedro espera con las llaves del Paraíso.

De regreso a París, René Gaston-Lagorre se convierte en alumno de Lucien SIMON y SABATTÉ. Perfecciona su conocimiento de los grandes maestros y realiza sus primeras obras inspiradas en artistas contemporáneos pero también en corrientes artísticas anteriores. En ese momento, “ya impregnado de la necesidad de reproducir lo que se reflejaba en mi cabeza, vivía para mi pintura, aunque no viviera de ella”, afirma.

Al salir de la Escuela de Bellas Artes, los encargos que el joven pintor llevará a cabo se sucederán y le permitirán darse a conocer. A los 22 años, decora la iglesia de Saint-Laurent sur Save con un fresco de 12 m x 8 metros, ¡todo un logro! Esta obra marcará considerable y duraderamente los inicios de su vida artística. Este fresco fue clasificado como Monumento Histórico en 2001, durante la vida del pintor. Luego vinieron las realizaciones para la alcaldía de L’Isle-en-Dodon y las de la alcaldía de Boussens.

Un inicio de carrera interrumpido por la guerra

Movilizado en 1939, interrumpe su actividad de 1939 a 1945. “La guerra fue para mí una ruptura”. En la década de 1930, Lagorre conoció a una dama adinerada de L’Isle-en-Dodon que se

entusiasmó con su pintura, la señora Benqué. Esta misma dama lo presentará al abate Carrère durante las vacaciones de 1937-1938, quien propone al pintor decorar la iglesia de Saint-Laurent-sur-Save con una gran fresca que represente el martirio de San Lorenzo. La Segunda Guerra Mundial interrumpe el trabajo en curso, ya que el pintor es movilizado y enviado al norte de África, donde permanece hasta la

firma del armisticio en junio de 1940.

Pinturas religiosas vs. pinturas laicas

De vuelta en Saint-Laurent-sur-Save, el pintor retoma su trabajo y realiza en dos meses la inmensa tela deseada por el abate. La exposición tiene lugar el 12 de noviembre de 1940. El abate Carrère, entusiasmado, confiará al joven pintor la decoración completa de la pequeña iglesia.

El pintor solo pedirá al abate el precio de los suministros y la vivienda, pero la realización sucesiva de estas obras (pinturas de las capillas laterales, del coro y del sublime Vía Crucis) le asegurarán una sólida reputación.

A principios de 1944, Joseph Dauban otorga al pintor una generosa suma de 225,000 francos para que represente las cuatro estaciones en las paredes del gran salón del ayuntamiento de L’Isle-en-Dodon. El artista realiza cinco grandes lienzos que aún se pueden admirar en ese lugar. Después de la guerra, el pintor realizará otros dos cuadros para la municipalidad: uno representa la tragedia del maquis de Meilhan, el otro simboliza la República victoriosa.

Todavía cuelgan en las paredes del gran salón del ayuntamiento de L’Isle-en-Dodon dedicado al pintor. Las órdenes públicas pronto consolidarán la notoriedad del pintor. René Gaston-Lagorre decorará la sala de bodas del ayuntamiento de Boussens con lienzos muy originales que evocan los Treinta Gloriosos, y pintará para el ayuntamiento de Colomiers lienzos en forma de himno a la historia de la aviación.

En 1946, el pintor realiza el magnífico retrato del cardenal Saliège y, en 1953, dona cuatro grandes lienzos que todavía adornan las fuentes bautismales de la iglesia de Saint-Etienne de Seix. Luego, pintará tres Vías Crucis (el de Saint-Laurent, el del hospital de Pamiers y el de la iglesia de Bonnac).

La vida parisina y mundana

En la década de 1950, el pintor se instala en el 44 Avenue Duranton, en el XV Distrito de París. Tiene su taller y expone sus obras desde hace algún tiempo en varias galerías parisinas. Pero hay una que exhibirá regularmente sus cuadros y a la que permanecerá fiel hasta su muerte, la galería Charley Chevalier, que se convirtió en Galerie Weiller, ubicada en 5 rue Gît-le-Coeur en el VI Distrito de París, cerca de Saint-Germain-des-Prés.

El pintor separa muy voluntariamente su vida parisina de la vida que lleva en Ariège cuando regresa cada verano a Seix. Este “aislamiento” voluntario significa que muy pocos ariégeois saben cómo vivía el pintor en París. La capital centraliza aún más que hoy la vida artística y cultural y las grandes exposiciones… El pintor frecuenta asiduamente museos como el Louvre y Orsay, y recorre las galerías. El Teatro de la Ópera Garnier también es uno de sus lugares favoritos, al que asiste lo más a menudo posible.

En otoño, el artista suele ir a la Costa Azul, donde ha comprado una casa. Es un lugar soleado que le encanta aún más porque muchos artistas viven allí, un lugar donde residen o han residido maestros indiscutibles de la pintura como Bonnard, Matisse o Picasso.

Lagorre continúa viajando y va frecuentemente a España o al Magreb, principalmente a Marruecos…

Cuando regresa a París, trabajando a menudo muy temprano por la mañana y hasta tarde por la noche con la misma dedicación y pasión, también se sumerge en el mundo del arte contemporáneo.

Expondrá sus lienzos en el Salón de “Realidades Nuevas” durante cuatro años consecutivos, en 1972, 1973, 1974 y 1975, y desde 1987, expondrá regularmente en París y Washington. ¡No creas, sin embargo, que olvida el vínculo social! A menudo invitado a cenas oficiales (vende algunas de sus obras a personalidades o instituciones de prestigio como al rey Hassan II de Marruecos o al Estado francés), también comparte comidas festivas donde muestra amabilidad y convivialidad con amigos originarios de Ariège, exiliados como él en París y a quienes encuentra en la capital o en Normandía. En el XV Distrito, a menudo va a cenar a la familia de una de sus amigas seixanas, Josette Vidal.

El pintor también aprovecha la proximidad de Normandía para ir a pintar, como lo hicieron antes los impresionistas, los acantilados de Etretat, el pequeño puerto de Honfleur o los meandros perezosos del Sena por donde deslizan en silencio grandes barcazas negras, hacia los Andelys…

La figura de la ‘Z’ – que apareció a finales de los años 60 -, se arraigará en su obra como un leitmotiv a principios de la década de 1970 y hará que el pintor se sumerja en la abstracción. “Fue como mi respuesta a un llamado, a una voz interna que se volvía cada vez más imperativa. No busqué ceder a una moda, sino pintar para complacerme”. “Como un destello, la Z es simplemente para mí, una imagen de la vida, de su brevedad y de su belleza. Lo efímero es lo que viene a recordar el destello de la Z…”

Su notoriedad es ahora lo suficientemente grande como para que el pintor pueda vivir cómodamente de su pintura. A lo largo de toda su vida se entregó a su pasión y logró el difícil desafío de vivir de ella.

El 20 de febrero de 2004, el artista falleció a la edad de 91 años en París, conocido y reconocido tanto en París como en Washington. Incinerado en el tanatorio de Tarbes, sus cenizas reposan en el cementerio de Seix.

Trad. Svietlana Grammare